miércoles, 1 de julio de 2009

Comunicación ineficaz:


El diálogo y el intercambio de puntos de vista diferentes sobre una situación problemática abre una brecha en ese círculo en el que un conflicto puede envolver y afectar a un individuo o a un grupo familiar o social.
Cuando los problemas cotidianos que afectan la relación entre las personas no son resueltos suele ocurrir que, progresivamente, crece la ansiedad y el malestar.
Si una persona se siente molesta con su cónyuge, pero no se lo dice, así como tampoco sus motivos, no podrá luego responsabilizarlo porque no le planteó aquello que sentía. El que se encuentra afectado debe ocuparse por si mismo del tema que le molesta. Y además, conviene hablar antes de que el problema se convierta en una carga insostenible.
Muchas veces por temor a las respuestas imaginadas en el otro una persona no se anima a decirle lo que necesita perdiendo -en consecuencia- su derecho a expresarse.
Por querer evitar un problema se produce otro que se agrega y agrava al anterior.
Si este mecanismo se repite como modo de funcionamiento, la relación se perturba y se instala un malestar crónico manifestado con el paso del tiempo en forma de reproches, intolerancias, enojos, rencores, derivados todos de aquel problema primero no resuelto.
Lo que pudo ser un simple malentendido provoca no pocos problemas entre los seres humanos, de variado grado de gravedad.
Dificultades en la comunicación de todos los días y su reiteración pueden significar para una persona no sentirse escuchada o sentirse sola o no comprendida o no querida.
El ser humano es el único que puede comunicarse con seres de su misma especie a través de las palabras, las que son necesarias para socializarse, para relacionarse con los demás. Otros seres pertenecientes a la escala animal tienen diferentes sistemas de comunicación, pero no emiten palabras y menos aún les asignan significados o estructuran con ellas un lenguaje complejo con sintaxis y reglas propias.

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